Cuando las estrellas mueren dos veces
En una ocasión ya hable de lo que ocurre cuando una estrella muere una vez, pero… que pasa cuando lo hacen dos veces?
El oro es símbolo de poder, riqueza, deseo….
Y en los últimos días… noticia, porque los bancos centrales están haciendo acopio de él como si se prepararan para una tormenta.
Pero a mí, del oro, no me interesa su cotización, ni su uso como valor refugio.
A mí lo que me interesa es su origen.
Lo mistico.
Lo magico.
Lo que hace que el oro no sea solo un metal… sino una historia.
No se si eres consciente, pero el oro no se puede fabricar…. el oro se “alquimiza”…. en la fragua del universo.
Y para que esto ocurra, un tipo de estrella, una muy especial, debe morir, no una, sino dos veces.
No me digas que no es lo mas poético que has leído en tu vida…?
Te cuento,
Cuando una estrella muy masiva consume todo su combustible, colapsa bajo su propio peso y explota formando una supernova, después, y no siempre, forma lo que se denomina, estrella de neutrones.
Y cuando dos de estas estrellas se encuentran, y colisionan… generan una explosión más brutal que una supernova, una Kilinova
En 2017, por primera vez en la historia, se detectó una kilonova en tiempo real (GW170817, por si quieres buscarlo). Durante ese cataclismo, los átomos se volvieron locos y en ese proceso fugaz, nació el oro. Se estima que en esta colisión se generó una masa de oro equivalente a varias veces la de la Tierra.
Puede que allí se formase el oro que ahora llevas en tu dedo. El mismo que adorna la cúpula de algunas iglesias. El mismo que un pintor vienés convirtió en arte.
Gustav Klimt, entendió algo que la mayoría pasa por alto:
Que el oro no sirve para comprar cosas, sino para contar historias que duran miles de años.
Y lo usó como se usa un secreto: con cuidado y deseo.
Cuando retrato por primera vez a Adele Bloch-Bauer, la convirtió en un icono bizantino.
Le dio un aura.
La canonizó.
Como si hubiera descubierto que la única forma de atrapar el alma de alguien fuese usando el mismo material con el que Hefesto trabajaba en su forja.
Adele no mira.
Irradia.
Y entre la “La gran ola de Kanagawa” y “El retrato de Adele Bloch-Bauer I”,
entre el azul y el oro,
entre la destrucción y la permanencia…
hay algo que subyace.
Ambos son fruto del azar y el genio humano.
Y que lo más bello que somos capaces de crear… siempre nace del caos.
Cuídate,
Ana
Súper interesante, Ana. Una historia breve pero profunda. Me ha gustado mucho.